La Confederación Hidrográfica del Júcar ha decretado la demolición de la presa del Cristinas, en el río Cabriel, cerca del municipio conquense de Pajaroncillo, atendiendo a la Directiva Europea Marco del Agua, que contempla la eliminación de las barreras transversales de los cauces de los ríos. Hablamos con Manuel Abril, promotor de una recogida de firmas en contra de la demolición
La riqueza que transporta el agua de nuestros ríos, enclavados en paisajes idílicos y acompañados de las hazañas que nuestros antepasados realizaron una vez, confluyen en el paraje del Cabriel, concretamente en la Presa de Cristinas, cerca del municipio conquense de Pajaroncillo. La construcción de su estructura es centenaria, nacida a raíz de que los monjes dominicos mandaran su realización, acompañada de un molino harinero, aunque la presa en su origen era de madera y posteriormente, fue rehabilitada como central eléctrica.
El valor patrimonial de esa presa, junto el valor natural del entorno, no ha supuesto ningún impedimento para que la Confederación Hidrográfica del Júcar decida demolerla. Esta decisión atiende a la Directiva Europea Marco del Agua, que obliga a que los países miembros regulen el caudal de sus ríos garantizando salud para el medio ambiente a través del derribo de barreras transversales que dificulten el paso del río, a lo que se debe añadir lo que dice la Ley del Plan Hidrológico Nacional, que alega que aquellas barreras que no tengan una concesión. Es el caso de la presa de Cristinas, que durante años ha contribuido a generar energía para Iberdrola a través del agua del Cabriel.
Al escuchar la noticia, Manuel Abril, residente en el municipio de Cañete y conocedor de la zona de la presa, decidió abrir una recogida de firmas en Change.org para intentar salvar esta construcción patrimonial. “Yo me enteré de la demolición hace cosa de un mes, además, ha sido una cosa que legalmente, ya se han pasado los períodos de alegación, está visto para sentencia y listo para ejecutar”, afirma Abril.
Esta decisión depende completamente de la Confederación, que según se ha conocido recientemente, se abrió un período de alegaciones donde nadie aportó ninguna, por lo que la presa está sentenciada. Tal y como alega Manuel Abril, “nadie nos hemos enterado de esto hasta que ya se han tomado las decisiones”, pero eso no ha impedido que movilice por redes sociales la causa.
Sobre la decisión final de demoler la presa, “nos hemos enterado por el boca a boca, nada más que se empezó a mover la iniciativa, se vio que estaba todo tipificado y estipulado como tiene que ocurrir. Aquí lo malo es que es un recurso beneficioso debería ser puesto en valor, el dinero que se va a gastar en demolerla se podría gastar en poner en valor el sitio, porque es precioso”, destaca Abril.
La demolición de la presa de Cristinas es un claro ejemplo de la situación de la provincia de Cuenca, un lugar con múltiples recursos naturales que no están protegidos ni reconocidos. “La presa es la entrada a lo que hoy llamamos el Rodenal del Cabriel (declarado Monumento Natural), es un fenómeno geológico que antiguamente se denominaba Domo de Boniches, y a principios del XX lo repartieron, era tierra de nadie. Boniches se llevó la parte sustanciosa, pero pilló a Villar del humo, a Pajaroncillo, Cañete, … una zona que está llena de recursos y no están puestos en valor, como las Corbeteras. En otros sitios, es presa estaría declarada bien de interés cultural, seguramente”, sentencia Abril.
La desaparición de la presa atiende a esa directriz europea que pretende dejar los cauces de los ríos sin obstáculos, a lo que la Confederación Hidrográfica del Júcar ha añadido que esta construcción pone en peligro a diversas especies piscícolas. Sin embargo, Manuel Abril señala que “entiendo el plantemiento, el argumento es válido. Pero si va a costar más destruir algo que mantenerlo, y además, no está demostrado que esa presa sea un impedimento para la fauna del río, tienes la misma fauna encima de la presa que debajo. A las especies pequeñas piscícolas, las lubinas en concreto, no está comprobado que les suponga un obstáculo”.
Además, esta decisión cuenta con el visto bueno de la Junta de Castilla-La Mancha, algo que llevó al diputado regional por el Partido Popular de Cuenca, Benjamín Prieto, a instar al gobierno regional el asumir responsabilidades sobre este hecho
Desgraciadamente, este paraje de Cristinas no ha tenido toda la atención necesaria para que se proteja, ni en la actualidad al conocer su demolición ni anteriormente. “De la presa se ha empezado a hablar tarde, por las redes sociales se ha movilizado la cosa. La reacción de la gente no ha sido muy visceral, puse la firma en change.org hace una semana y no sé si habremos llegado a las 400 firmas. Tenemos un defecto muy grande y es que no valoramos lo que tenemos, nos escudamos en el 'no si eso está ahí de siempre, y si no está, no pasa nada' En otros sitios se valora de forma distinta estos recursos”, alega Abril.
Pero, ¿esta demolición supondría algún daño al medio natural en el que se encuentra la presa? Sobre ello, Manuel Abril apunta que “no he visto ningún estudio que determine si la demolición puede suponer un daño para alguna especie. Hay una libélula, la Oxygastra curtisii, que es un residuo glacial de la última glaciación, quedan pocas comunidades en Europa y en el Norte de África, y uno de los sitios donde está es en esa presa, por el microhábitat que ha generado la presa, es una zona con más nivel de agua que ha fomentado que la libélula habite ahí”.
¿Podría esta libélula salvar esta presa? De momento, no. La demolición está prevista que se lleve a cabo en cuanto finalice la nidificación de aves, es decir, en los próximos meses. “Yo la presa la doy por perdida”, sentencia Manuel Abril. “Espero que pase un milagro o algo, si no pasa nada, ese sitio bonito que teníamos los de Cañete cuando veníamos de Cuenca, ya no lo veremos. El beneficio de esta demolición no lo conocemos”. La historia de la presa de Cristinas, uno de las pequeñas joyas que solo unos pocos privilegiados han podido disfrutar y crecer a sus alrededores, tiene los días contados; desapareciendo así un bien patrimonial y dejando huérfana a una parte del Cabriel.