Conocemos las joyas subterráneas que alimentan la riqueza natural del subsuelo conquense. Las cuevas son formaciones propias del terreno calizo predominante en la provincia.
Una vez más, el paisaje kárstico conquense embellece y amplía la amalgama de actividades que se pueden realizar en el entorno natural. Un contacto pleno con el corazón de la Madre Tierra es lo que nos ofrecen experiencias como la espeleología, las visitas guiadas o los paseos por las galerías y gateras de las cuevas.
Las filtraciones de agua por los poros de las rocas calizas han conformado un lienzo geomorfológico peculiar, con multitud de modelaciones rocosas originales en la superficie y con cuevas que esconden en su interior el hogar de animales como los murciélagos y de espectáculos geológicos como las estalactitas y estalagmitas. En este 2021, se celebra el Año Internacional de las Cuevas y el Karst para poner en valor la relevancia y la riqueza de estas formaciones. Por ello, en Life!Cuenca hemos recogido algunas de las cuevas más fascinantes de toda la provincia.
Cueva de la Ramera (Beteta)
A 3 kilómetros de Puente de Vadillos y 7 kilómetros de Beteta encontramos la Cueva de la Ramera. Una escalera metálica nos separa de la formación kárstica típica del entorno conquense, que se encuentra encallada en una pared de roca, de ahí su complejo acceso que nos permite a la vez acercarnos al imponente vuelo de los buitres en la Serranía Alta de Cuenca. Sus antiguos pobladores habitaron la cueva desde el Neolítico hasta la época hispanorromana, gozando de unas vistas primorosas de la Hoz de Beteta. 20 millones de años después de su creación, cuatro kilómetros de recorrido y decenas de columnas creadas por las formaciones calcáreas alargadas nos aguardan en el interior de la cueva.
Para llegar, será necesario cruzar las sendas del Paseo Botánico y de la Cueva del Armentero, conociendo los imponentes tilos de más de 30 metros de altura esparcidos por la hoz, con troncos vetustos y retorcidos que cobijan el paseo hasta el acceso a la cueva. De las alturas penden gruesos macarrones (estalactitas tubulares) que se conforman en el interior de la cueva y que añaden la nota de color al interior, plenamente oscuro. Tonos amarillentos y azulados colman las conocidas estalactitas, estalagmitas, columnas, banderas y gours, encofrando las paredes, el techo e incluso el suelo del hogar subterráneo. En la Ramera se crea una atmósfera única y exclusiva que ha permitido la formación de las milhojas, modelaciones rocosas que solo podremos atisbar en este recoveco de la hoz de Beteta.
Pese a que albergaron visitas al público, en la actualidad se encuentra cerrada por labores de mantenimiento.
Cerca de esta cueva encontramos también la del Armentero, de acceso más que complejo.
Cueva de los Moros (Las Majadas)
Ideal para los amantes de la espeleología, el terreno calizo nos deja otra de las joyas soterradas conquenses. Nos encontramos en las inmediaciones de los conocidos Callejones de Las Majadas, por lo que será habitual contemplar formaciones rocosas inusuales antes de adentrarnos en la cueva. Empresas especializadas en actividades de aventura ofertan la exploración de sus galerías y los rincones del enclave con prudencia y respeto, evitando así daños humanos y modificaciones en el terreno.
Pequeñas lagunas de agua y barro y una gatera estrecha por la que tenemos que reptar son algunas de las dificultades que encontrarán los visitantes que decidan sumirse en la grieta kárstica. Con dos galerías, principiantes completarán la más asequible mientras que los más experimentados tienen la opción de adentrarse en una galería más ceñida y opaca, acompañados por estalactitas y estalagmitas especiosas.
Cueva del Tío Manolo (Uña)
Continuamos navegando por los túneles serranos, esta vez, en las inmediaciones de Uña, en pleno Arroyo de la Madera. Nuestro aliado durante el recorrido será el agua, que tintinea entre las paredes porosas. Prueba de su indudable protagonismo es que cuando la lluvia se adentra en la cueva provoca inundaciones que impiden el acceso a espeleólogos y aventureros.
Su mayor atractivo se encuentra en una de las salas donde las aguas claras reflejan el techo de la cueva, creando un espejo cincelado a base de roca y penumbra. Pese a su angosta entrada, galerías más amplias se combinan en el interior con gateras, aunque todavía no conocemos ni imaginamos su alcance total, pues se encuentra en fase de exploración. Solo lo que se conoce hasta el momento la sitúa entre las cuevas más amplias de la provincia.
Cueva del Estrecho (Villares del Saz)
En la Cañada del Estrecho encontramos el conjunto de huecos calizos que dividen la cueva en diversos espacios, entre los que destacan las áreas de necrópolis y las zonas de estructuras siliformes. La amalgama de cavidades subterráneas recibió en 2020 ayudas para señalizar y musealizar la cueva, de manera que fuera accesible para el público en general. Tareas de iluminación, colocación de pasarelas y la protección de la entrada para evitar desprendimientos fueron solo algunos de los cometidos realizados para dar al enclave un enfoque turístico en Villares del Saz, que espera expectante e impaciente su apertura al público.
Moonmilk (formaciones calizas de gran atractivo), macarrones (estalactitas tubulares) o coladas decoran sus galerías. Acompañan así a la llamada gran sala “santuario”, que cuenta con restos óseos, acumulaciones de cerámica e incluso el vestigio de un pozo y de pinturas difusas en la pared.
Mina de la Cueva del Hierro
Debe su nombre a la extracción de su mineral desde el sigo IV a.c., empleado para la elaboración de herramientas y armas. Pese a la gran actividad minera registrada en los siglos XVI, XVII y XVIII, cerró sus puertas a mediados del siglo pasado y reabrió para mostrar a los visitantes la riqueza y la belleza del enclave.
Uno de sus mayores atractivos es la pileta romana en su interior que, gota a gota y segundo a segundo, permitía el paso de agua potable para los mineros que diseñaron las galerías que hoy en día recorremos. Cuentan con un museo que recoge los utensilios empleados en la mina desde los orígenes, así como un rincón especial dedicado a la época romana, momento en el que la mina fue explotada con mayor ahínco.
Minas de Lapis Specularis
En Life!Cuenca ya recogimos las minas de lapis pecularis más potentes de la región. Los enclaves rodeados del yeso vidrioso cristalizan las cavidades subterráneas conquenses en zonas como la de Osa de la Vegacon minas de renombre entre las que destaca la de La Condenada, en las Cuevas del Sanabrio en Huete (dentro de la Ruta del Cristal de Hispania), en la mina de la Mora Encantada en Torrejincillo del Rey (con historia, riqueza y leyenda) o en las minas de “El Pozolacueva” de Torralba.
Cueva del Tío Modesto (Henarejos)
Pese a no ser tan conocidas como las pinturas rupestres de Villar del Humo, el arte esquemático y el levantino confluyen desde el pospaleolítico en el abrigo de la cueva del Tío Modesto. Las figuras de cazadores armados con arco y flecha entremezcladas con los contornos de animales aparecen junto a los trazos humanos y simbólicos con una preminencia de las barras verticales.
Cabras, ciervos, y siluetas rojizas de origen desconocidos nos aguardan en Henerajos en un camino de fácil acceso bien señalizado donde al llegar a nuestros destino encontraremos paneles informativos para conocer el arte rupestre de este abrigo en profundidad.
La belleza de Cuenca traspasa los poros de la roca caliza, se filtra en las grietas del terreno propio de la provincia y dibuja galerías, cavidades y salas subterráneas adornadas por estalactitas, estalagmitas o gours. Estos espacios, muchos de ellos sin explorar, continúan haciendo de Cuenca un enclave mágico por sus pulcros cielos, la variedad de su fauna y su flora y los tesoros soterrados que han recibido su merecido reconocimiento en este 2021, Año Internacional de las Cuevas y el Karst.