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Edadismo: Julián Martínez, rompiendo el techo del paso del tiempo

Con motivo del proyecto sobre edadismo que prepara la Biblioteca Solidaria de Cuenca, entrevistamos a Julián Martínez para poner en valor la fortaleza de nuestros mayores frente a los prejuicios y clichés contra las personas de edad avanzada.

Actualizado: 10/10/2022 7:06 - Laura Benedicto Melero
Actualizado: 10/10/2022 7:06 - Laura Benedicto Melero

Cuántas veces no habremos oído que el ocaso de una vida plena se alcanza a los 50, los 60 o los 70. Julián Martínez, natural de Villar de Olalla y con casi 76 otoños llenando una mochila que parece cada vez más liviana, se niega a encontrar el anochecer de un camino cargado de actividades, iniciativas, esfuerzo y ganas de superarse cada día.

Este 2021 queda marcado en su calendario como peregrino, pues es la sexta vez que pone rumbo hacia Santiago de Compostela con su bicicleta desde Villar de Olalla. En su ajuar, no necesita valijas pesadas, tan solo recuerdos como el de una frase acertada que le dijo el párroco del pueblo antes de aventurarse en su primera vez en el Camino de Santiago. Guarda las palabras de don José Javier a buen recaudo en su memoria: “La mejor compañía que puede tener Julián va con él, vete tranquilo que no te va a faltar quien te dé fuerzas”.

Fue hace más de dos décadas cuando partió hacia tierras gallegas estrenando la Compostela. Lo hizo a sus 55 años y con una cristalina promesa que cumplir: “Para mí era un reto personal y también una acción de gracias. Yo tenía una profesión compleja (fui policía nacional en los años más difíciles del terrorismo, aunque he estado en sitios tranquilos) y juré que si cuando me prejubilara estaba bien de salud iría a Santiago”.

Y dicho y hecho, así fue, pues dejó de pertenecer al cuerpo el 22 de febrero y el 1 de marzo ya cogió su bicicleta para seguir enriqueciendo su alma. Aunque el viaje no fue del todo idílico: tuvo que pagar alguna novatada fruto de la inexperiencia y hacer frente a la nieve angustiosa de la época.

“Cuando terminé las etapas, entre 100 y 200 kilómetros cada día, pensé: “si me dicen que hago esto no me lo creo””, confiesa emocionado. Desde que comenzara su andadura en 2001 y con cinco caminos almacenados ya en las alforjas de su vida, parte de nuevo buscando el Norte, esta vez, acompañado de Manolo, el antiguo profesor de Educación Física de Villar de Olalla. “Me dijo que si se podía venir conmigo y le dije que sí”.

Aunque en esta ocasión, no solo le marcarán el rumbo las flechas amarillas de un camino que ha aprendido a leer como si se tratara de la palma de su mano. También viajará cobijado por las tres guías que sustentan el manillar de una bici que transporta experiencia transformada en kilómetros: “Llevo a la Virgen del Pilar, a la Virgen de Lourdes y a la Virgen del Villar. Voy muy bien acompañado. Estoy convencido de que la fuerza me la da alguien, porque mi físico no está para tanto”, confiesa entre risas aun sabiendo que sus agallas y su tesón son herramientas más que suficientes para completar una nueva etapa que cerrará en breve.

Para Julián, la vida y el camino entrelazan sus destinos y nos brindan la oportunidad de descubrir ambos a la vez. “Peregrinar es caminar, cuando nacemos andamos y al morir llegamos a la meta. Durante ese recorrido, hay épocas en las que no sabes por donde ir. Para mí, el Camino es un tiempo donde haces un alto en tu vida, reflexionas y te preguntas: ¿lo estoy haciendo bien o mal? ¿Qué tengo que hacer para buscar también la felicidad de los demás?”.

Ocho días de subida, 860 kilómetros por delante, cabeza fría y pies calientes le son más que suficientes a Julián para convertir a su bici en su escudero más fiel, en su compañera de batallas más resistente y en cómplice de anécdotas que cuenta a su familia al regresar a casa. Aquí ya le esperan con los brazos abiertos: “Los hijos y los nietos están encantados. Al principio mi mujer no padecía mucho, pero ahora sí”.

Milagros, su mujer, no ve la hora de volver a ver a Julián recorriendo las calles del pueblo con su bici llena de productos de su huerto en lugar de alforjas semivacías, pues como él mismo nos cuenta: “En el equipaje, echa lo que necesites y cuando acabes tira la mitad”.

Una vida llena de actividad

Pero su ritmo no cesa, incluso en pleno confinamiento total Julián seguía ocupándose de su vasta lista de tareas y actividades, pues en Villar de Olalla asiste al club de lectura de la Biblioteca, es el presidente de la Comunidad de Regantes, ha formado parte de la directiva de la Hermandad de la Virgen del Villar, de la Asociación de Jubilados e incluso en el pasado también presidió la Cooperativa del Pan.

Sigue también cultivando su huerto cada día, donde guarda la simiente de un tomate de calidad que lleva cuidando y conservando más de 50 años y que tomó como herencia de su padre.

Biblioteca Solidaria

Julián refleja todo aquello que pretende transmitir Biblioteca Solidaria en su proyecto “Covid 19 Intermedia”, desarrollado en el ámbito internacional en una sinergia entre Castilla-La Mancha, Extremadura, Medellín y México. “Uno de los factores que analizamos es el edadismo (discriminación por temas de edad)”, cuenta David Martínez, coordinador del proyecto que en breve llevará a cabo una exposición con nuevos testimonios y documentos.

“Se ha generado una escisión entre edades, más acusada con la pandemia. Lo que intentamos es quitar esas etiquetas que asignamos a las personas en función de su edad, esas barreras que ponemos a la tercera edad, vinculándolos a adjetivos como que están anticuados, que son inactivos, seniles…”. Ejemplos como el de Julián rehúsan los prejuicios y los tópicos que inundan una sociedad cargada de rechazo y de ideas preconcebidas que deberían ser extintas a base de educación y visibilidad

Julián con David Martínez, coordinador de Biblioteca Solidaria
Julián con David Martínez, coordinador de Biblioteca Solidaria

A lo único que se ha negado es a emprender camino en la ruta de hojalata de las nuevas tecnologías, pero incluso el canto con el coro del pueblo junto a los Rondadores o aprender a hablar en público sin tapujos en el grupo de lectura de La Biblia en San Fernando son retos que ha superado. Acumula así un bagaje que lo ha convertido ya en la voz de la diligencia. “Lo difícil no es pedalear, es aguantar sobre el sillín diez horas todos los días”, es continuar subiendo una montaña pedregosa y farragosa, con etapas más bellas y otras más duras que nos empeñamos en seguir llamando la senda de la experiencia.

Julián nos dice que para ir al Camino de Santiago hacen falta dos cosas: pies y cabeza. Razón no le falta, pero también le acompañan su tesón, sus hazañas, su familia, su fe, su creencia ciega en sus acompañantes y, sobre todo, su amor por seguir manteniendo candente la llama de una vida que no desea apagar jamás.

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