Varios sucesos que afectaron a la catedral conquense ocurrieron en distintos años, pero el mismo día, como la declaración de la catedral como basílica (1849), el funeral por las víctimas fallecidas en el hundimiento de la Torre del Giraldo (1902) y la aprobación de las obras de reconstrucción de dicha torre (1909)
La Catedral de Cuenca que hoy conocemos sufre la ausencia de una parte esencial de su estructura originaria, uno de los elementos que la distinguía y que tristemente, desapareció. Se trata de la Torre del Giraldo, que albergaba las campanas del edificio, y que el 13 de abril de 1902, se derrumbó. Siete personas quedaron sepultadas por los escombros, que finalmente fallecieron, un suceso que marcó la vida de los conquenses que pudieron presenciarlo.
Fue en el día 30 de abril cuando se celebró el funeral por las víctimas del hundimiento, una fecha que será relevante para la Catedral de Cuenca en distintas épocas. Así pues, el mismo día del año 1849, se declaraba la catedral como basílica, lo que le otorgaba todas las gracias que tenían las basílicas de Roma. Desgraciadamente, el reconocimiento artístico y patrimonial de la Catedral conquense no se empezó a dar hasta el trágico hundimiento. Fue entonces cuando, en mayo del mismo año, tal y como señala Antonio Rodríguez Saíz en Cuenca en el recuerdo, las autoridades de la cultura de Cuenca se apresuraron a solicitar la declaración de Monumento Nacional, destacando así la riqueza histórica del edificio religioso.
Tras el hundimiento de la Torre de la Catedral, llegó siete años después, de nuevo, un 30 de abril, la Real Orden que aprobaba el proyecto propuesto por el arquitecto Vicente Lampérez para reconstruir la fachada del monumento, así como de las naves del primer tramo. La catedral fundada por Alfonso VIII comenzaba a volver a ver la luz con el comienzo de las obras de su reparación, aunque nunca llegaron a concluirse .
Entre los daños producidos por el derrumbe, quedó afectada parte de la cúpula del arco de Jamete, del siglo XVI. El deterioro en el mantenimiento de la catedral activó las alarmas y comenzó a prestársele la atención que requería. A pesar de que las obras de Lampérez tenían que limitarse a restaurar los daños, se convirtieron en una renovación notable de fachada, que derribó y reconstruyó con un estilo neogótico.
La primera catedral gótica de Castilla ha sufrido numerosos cambios a lo largo del tiempo, la Historia ha ido dejando su paso entre sus piedras, y tras la reconstrucción de Lampérez, su imagen es la que hoy conocemos. No se volvió a erigir la Torre del Giraldo derruida, ni las dos torres gemelas que el arquitecto había planeado construir. El derrumbe de la torre de las campanas, más allá del trágico fallecimiento de varios conquenses, dio pie a un cambio evidente en la imagen del edificio, pero también fue el punto de partida para que se comenzara a reconocer la joya que era y es la Catedral de Cuenca.