La Directora del Archivo Histórico Provincial de Cuenca, María de la Almudena Serrano Mota, nos habla de la historia de un enfrentamiento ocurrido en Sacedón por el desempeño del puesto de trabajo de estafetero, en el que estuvo involucrado el Ayuntamiento de Sacedón
En el pasado, Sacedón pertenecía al Corregimiento de Huete. El expediente en el que nos detenemos hoy tiene varios protagonistas: Marcelino Sanz, su hijo Julián, el ayuntamiento de Sacedón y la Dirección General de Correos.
Con esta diversidad hay que prestar atención al papel que cada uno desempeñó en aquel suceso, en el que Marcelino Sanz, que era el encargado de la estafeta de Sacedón, fue nombrado Médico de los Reales Baños de la Isabela durante la temporada en que se tomaban las aguas y el balneario estaba abierto.
Como él ya no podía desempeñar el cargo de estafetero, encargándose del correo, solicitó a la Dirección General de Correos que el puesto lo ocupase su hijo, Julián, de 16 años, y que según el criterio paterno reunía las cualidades apropiadas para desempeñar el cargo.
Las cualidades necesarias para el trabajo se recogieron en un Real decreto que se promulgó en el año 1815, en el que se mandaba que todos los empleos recayeran sobre hombres honrados e idóneos. Los empleados de Correos, entre otros, debían hacer información de su buena conducta, con testigos fidedignos, arraigados y de su domicilio, presentando, además, la certificación de vida y costumbres de su propio párroco. Los que fueran admitidos para dependientes de correos en las provincias debían saber leer y escribir con claridad y buena ortografía, tener conocimientos de aritmética inferior, cálculo y geografía. Estas cualidades se acreditarían antes de ser propuestos y agraciados a través de un examen en la Dirección General.
Con estos condicionantes, lo que ocurrió en Sacedón fue que hubo un grave enfrentamiento por desempeñar el puesto de trabajo de estafetero, una vez que Marcelino se marchó a los Baños como médico.
A la Dirección General de Correos se informó de lo siguiente:
Nos remitió el Administrador principal de Guadalajara una exposición de Marcelino Sanz, administrador de la Estafecta de Sacedón, por la cual manifestó que, nombrado por Su Majestad médico de aquellos Reales Baños, tenía precisión de residir en ella durante la temporada en que están abiertos anualmente, sin que por ello dejase de ser vecino del mismo pueblo.
En la exposición que hizo Marcelino solicitaba se habilitase a su hijo, Julián Sanz, para que, bajo su responsabilidad, desempeñase la Administración, una vez que se encontraba a la edad de 16 años, con la disposición necesaria para ello.
En teoría, contaba con la capacidad para el puesto, según informó el principal que le constaba la aptitud del hijo de Sanz y que, atendiendo a los particulares servicios del padre, le contemplaba acreedor a dicha gracia.
A lo que desde la Dirección General de Correos accedieron a la solicitud de don Marcelino Sanz, dando la orden correspondiente.
Sin embargo, el ayuntamiento de Sacedón tenía otros planes de persona que ocupase el puesto de la estafeta, porque era costumbre de tiempo atrás que el nombramiento del estafetero se hiciese desde el ayuntamiento. Así las cosas, el alcalde mayor de Sacedón comunicó al Administrador principal de Guadalajara esto:
Le había remitido testimonio del acta del ayuntamiento proponiendo terna de sujetos para servir aquella estafeta, en el concepto de vacante, y aunque en respuesta le impuso de la disposición acordada por la Dirección, dispuso el Ayuntamiento de dicha villa que el encargado de la estafeta entregase las valijas y demás efectos existentes en ella a la persona que había elegido, lo que resistió aquel, según correspondía.
El ayuntamiento se negó a cumplir lo ordenado desde Madrid, desalojaron de la estafeta al hijo del médico, Julián, y la entregaron a una persona que tiene la tacha de ser el hermano del Procurador Síndico General. El procurador síndico era un cargo municipal.
Con estos hechos, se informó a la autoridad en los siguientes términos:
Deseando que por el orden establecido se corrijan estos abusos de la autoridad, pasamos a vuestra señoría adjuntos los antecedentes.
El 12 de septiembre de 1817 se informó de que el hijo del médico de la villa de Sacedón es apto para desempeñar durante la temporada de Baños la estafeta de correos de aquella villa, que obtiene en propiedad su dicho padre, conviniendo con lo que vuestra merced me informa acerca de las buenas cualidades del dicho don Julián, y de hallarse adornado de la idoneidad que exige el desempeño temporal de la indicada estafeta.
Una vez informados de todo esto se indicó que pasará vuestra merced inmediatamente y pondrá en posesión de la referida estafeta de correo de Sacedón al expresado don Julián, que la servirá, interinamente la ocupación de su padre en los Baños, con lo que se cumplirá la orden de los señores Directores, que originalmente le devuelvo…
Mientras estaba el médico en los Baños tuvo noticia de lo ocurrido a su hijo en la estafeta, cómo le violentaron para desalojarlo del puesto de trabajo. No quedó más remedio al padre que informar de lo sucedido a su hijo:
Con arreglo a lo mandado por los señores Directores generales de la Renta al Subdelegado de ella en la ciudad de Cuenca, sobre el atentado y tropelía cometidos el 31 de julio último por la justicia de la villa de Sacedón, en haber extraido a la violencia y a la fuerza todos los efectos pertenecientes a aquella estafeta, de que era encargado interinamente por la Superioridad mi hijo, don Julián, durante mi permanencia en este Real Sitio.
El mismo médico también había sido informado de que se mandó al corregidor de Huete que, inmediatamente, pasase a la villa de Sacedón y pusiera en posesión de la citada estafeta al referido mi hijo, don Julián Sanz.
Con efecto, el corregidor, acompañado de un escribano y alguacil entraron ayer, entre 10 y 11 de la mañana, en Sacedón, y pasando inmediatamente a tomar el debido cumplimiento del señor Alcalde mayor, éste se lo negó bajo pretextos frívolos, tomando una parte altiva en la contienda principiada con el procurador.
El padre finaliza incidiendo en el despotismo con el que se comporta la Justicia de Sacedón menospreciando y mofándose de las notificaciones.
La cuestión por parte del ayuntamiento era causar entorpecimiento y que no se cumpliera la orden de los Directores de Correos y Caminos del Reino para que el hijo del médico de los Reales Baños ocupase la estafeta interinamente.
Además, y viendo que el ayuntamiento no entraba en razón de obedecer las órdenes, se indicó por la Dirección General que si para el caso necesitase de algún auxilio militar, se lo prestará el caballero comandante del Batallón que guarnece esa ciudad.
La cosa se ponía seria… El ayuntamiento y Justicia de Sacedón tenían argumentos contra Julián Sanz:
Que son un verdadero óbice para que el señor don Julián no pueda obtener la citada estafeta, ofreciendo la más completa justificación, tanto de su insuficiencia, como de su corta edad, menor de diez y seis años, según que resulta de la partida de su bautismo, y de los informes pedidos que no pueden ser otros, que apoyar estos datos tan positivos, a pesar de la siniestra relación que nuevamente ha representado el don Marcelino, insisten en la respuesta dada.
Además, añadieron varios vecinos de Sacedón y su Procurador Síndico General y Personero otros motivos relativos al desempeño del puesto:
Que por costumbre inmemorial ha tenido y tiene dicha villa la prerrogativa de proponer personas que desempeñen la Administración de aquella estafeta, según es público y notorio, y se acredita de quantos sujetos hay memoria, la han manejado antes que don Marcelino Sanz, a quien en virtud de aquel inveterado derecho, no solamente propuso y eligió el ayuntamiento, sino que también le entregó todos los efectos correspondientes a la expresada estafeta, que ha desempeñado sin título ni aun fianza, requisitos que han tenido y dado todos sus antecesores, como precisos e indispensables.
Ellos entienden que don Marcelino se fue voluntariamente a ejercer de médico a los Reales Baños, con lo que el puesto de la estafeta quedó vacante. Por tanto, al quedar desocupado, el ayuntamiento era quien debía elegir al nuevo estafetero. Veamos cómo lo justificaron:
En virtud de aquella facultad, como privativa del ayuntamiento, y mediante la voluntaria despedida de don Marcelino de aquella administración, esta incompatibilidad que le ofrecía la administración de la estafeta con su fija residencia en los Reales Baños, como médico inspector en ellos, resultando de aquella una real y verdadera vacante, el expresado ayuntamiento, usando del derecho y regalía que le compete, de proponer, lo hizo en tres personas idóneas y de suficiente arraigo.
Esta propuesta de tres personas por el ayuntamiento no tuvo efecto porque, según ellos prevaleció la siniestra relación de don Marcelino hecha con muy poca buena fe, en quanto asegura no hay vacante, desacreditando a aquella corporación confundiendo los mismos hechos el estado administrador en Guadalajara, tratando de perjudicar en su referido oficio.
Además, parece que el hijo del médico, en el comienzo del desempeño del oficio, había incurrido en equivocaciones y errores que ha padecido en los pocos días de su intervención, tan de hecho y notorios que, en caso necesario, se justificarán.
Por algún testimonio parece que Julián era bastante iletrado pues se declaró esto:
Pero lo que es más extraño es que quiera afianzar su nueva pretensión en la tan decantada suficiencia de su hijo, exagerando altamente su habilidad, cuando, si así se puede decir, apenas sabe escribir, como lo anuncian las listas con que se publica el correo, que son un buen desengaño de su ponderada instrucción, para sufrir un examen que ni la edad se lo permite, ni las demás circunstancias, por carecer de las principales que apetecen las leyes y ordenanzas.
Pero don Marcelino, defendiendo el puesto que ocupaba su hijo, se encargó de recabar certificaciones que hablaban del buen hacer de Julián, el mozo de 16 años.
Tenemos el certificado de un vecino de la Quintería de Santa María de Poyos, que era el distribuidor y recogedor de la correspondencia pública, nombrado por la Justicia para la entrega y despacho de ella, dependiente de la Administración de la estafeta de Sacedón:
Que mientras el referido don Julián ha desempeñado la administración de Sacedón, no he notado la menor falta en el giro y dirección de las cartas, formando bien y con exactitud sus cargos y previniéndome que de qualquiera duda preguntase. Y para que conste donde convenga doy la presente petición.
Hubo otras certificaciones en el mismo sentido y, tras diversos intentos del ayuntamiento, incluido el desvalijamiento de la estafeta, para impedir que Julián ejerciera su trabajo, la Dirección general de Correos, comunicó, además, el desagrado del rey ante el comportamiento del ayuntamiento de Sacedón respecto del nombramiento del hijo del médico de los Reales Baños para ejercer de estafetero. Olvidaban en el ayuntamiento de Sacedón que don Marcelino Sanz contaba con el favor real, puesto que el rey fue quien le nombró médico de los Baños Reales.
Desde la Intendencia de Hacienda de Cuenca, el 31 de octubre de 1817, se envió esta notificación para que se devolviera a Julián al puesto de la estafeta, porque la justicia del lugar no debía entender en el nombramiento de los empleados de Correos:
En estas circunstancias, debo mandar volver a un comisionado para que, en mi representación, sea el que ponga en posesión a don Julián Sanz, pues que la justicia, habiendo mediado todo lo expresado, no debe por sí haberlo ejecutado, y mucho menos cuando nada tiene que ver en las tales posesiones de empleados.
Además, se solicitó que se indicase la providencia de castigo que deba ponerse contra el referido Alcalde mayor.
Claro, en el desvalijamiento de la estafeta que hicieron en Sacedón, hubo unos destrozos y unos gastos que, por supuesto, el padre de Julián informó a la Dirección general de correos de que al corregidor de Huete le compete el pago de los gastos ocasionados con motivo de las últimas ocurrencias.
Se acordó que ya que los gastos fueron causados por las reiteradas desobediencias y atropellamientos del Alcalde Mayor y Ayuntamiento de Sacedón, este es responsable a ellos, y no el Administrador, lo que se servirá hacer entender al Corregidor de Huete, para que repita las costas que reclama contra dicho ayuntamiento, como causante de ellas, y que debe satisfacer su total importe.
Finalmente prevaleció lo que se ordenó desde la Dirección General de Correos y Julián volvió a la estafeta de Sacedón.
Además, Marcelino Sanz fue nombrado Caballero de la Orden de Isabel la Católica, en 1843, tiempo en que la reina le concedió la jubilación como Director de los Baños Reales en atención a su avanzada edad y achaques.