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La mora encantada: el tesoro de Torrejoncilllo del Rey

Dicen que todo lo que soñamos tiene un significado, por otro lado, Calderón de la Barca dijo que ?los sueños, sueños son?. En la sección de ?Misterios de Cuenca? de hoy, a cargo de Alberto Rodríguez, descubrimos a un gran soñador: Pedro Morales. Un vecino de la localidad de Torrejoncillo del Rey, que, gracias a uno de sus sueños, hoy en día podemos visitar algunas de las cuevas del pueblo.

5/10/2021 - Alberto Rodríguez
5/10/2021 - Alberto Rodríguez

El Cerro de la Mora Encantada

Muchos son los lugares, a lo largo de nuestro país, que tienen como leyenda la historia de amor entre una muchacha musulmana y un soldado o joven cristiano. Un claro ejemplo lo tenemos en el propio casco antiguo de Cuenca: la leyenda de los Ojos de la Mora. En Torrejoncillo del Rey existe otra leyenda de amor entre cristiano y musulmana que, finalmente, acaba en tragedia. Las crónicas cuentan que, tras ese final trágico, la mujer mora aparecía en uno de los cerros de la localidad, en las noches de San Juan. La mujer era bellísima y peinaba su hermoso cabello, esperando a que su amado volviera. Con los años esa aparición de la musulmana dejó de acontecer, pues cuenta la leyenda que un hombre la sorprendió. Desde entonces al cerro se le llama como a su protagonista: El Cerro de la Mora Encantada.

Os preguntaréis ¿qué tiene que ver esta historia o leyenda con el tesoro de Torrejoncillo del Rey? Muy pronto lo descubriréis.

El Palacio de Cristal

Conozcamos ahora a nuestro protagonista: Pedro Morales Cuenca, natural de Torrejoncillo del Rey, vecino de la localidad desde siempre y labrador de profesión. Con gran cansancio dormía plácidamente todas las noches, tras sus labores en el campo. Una de tantas noches tuvo un sueño inquietante: aparecía a altas horas de la noche en el propio Cerro de la Mora Encantada. Sorprendido por un destello de luz, alguien o algo le indicaba un lugar, le marcaba dónde debía acudir. En ese lugar encontraría un “palacio de cristal”. En dicho palacio hallaría un sarcófago lleno de monedas de oro…

Durante varias noches soñó una y otra vez como esa muchacha musulmana le indicaba el lugar del tesoro. Sin saber cómo y porqué, Pedro se obsesiono con ese sueño y ese lugar. De esta manera comenzó sus labores de excavación en el lugar indicado. Días más tarde, confesó todo a su amigo Alfonso Feijoo y a su yerno Juan García y los convenció para que le ayudaran en la excavación. Pedro estaba confiado en que encontraría ese tesoro y deseaba compartir esa riqueza con sus amigos y familiares.

Durante algo más de tres meses, los hombres realizaron la excavación a una profundidad de unos veinticinco metros. Mientras lo hacían, la desilusión era cada vez mayor… Pero entonces sucedió: encontraron el “Palacio de Cristal de la Mora Encantada”. Pedro, su amigo y su yerno descubrieron una cueva de “lapis specularis”, un mineral que se traduce en yeso transparente, que fue utilizado por los romanos para muchísimas de sus construcciones. El descubrimiento dejó atónitos a los vecinos del pueblo que, durante los tres meses de excavación, acudían a la zona a reírse de los tres hombres.

El descubrimiento tuvo una gran repercusión mediática tanto a nivel provincial, como nacional. De hecho, la Guardia Civil tuvo que intervenir en el descubrimiento. Finalmente, Pedro no encontró las monedas de oro, pero, gracias a él, hoy en día podemos visitar las cuevas y las minas de “lapis specularis” de la localidad de Torrejoncillo del Rey. De hecho, una de sus cavidades lleva su nombre: la sala Pedro Morales Cuenca. ¿Quién sabe si con las investigaciones actuales, algún día se descubriera ese tesoro?

NOTICIA DIARIO ABC 02/04/1955

EL SOÑADOR DE CUENCA

En Torrejoncillo del Rey, provincia de Cuenca, Pedro Morales ha soñado que a 1.500 metros de su casa, y en bien determinado lugar, había un palacio subterráneo. Entre Pedro y sus parientes Alfonso y Juan, a los que encandiló con su relato, han cavado un poso de veinticinco metros de profundidad y han hallado estancias, galerías y hornacinas. El arqueólogo Sr. La Chica supone que se trata de una ciudad de hace dos mil años. Entre los antiguos, gentiles o bárbaras, el soñador de Cuenca habría causa- do estupor. No se trata aquí de un sueño yalso, sino verdadero. Tampoco se trata de un sueño que reclame interpretación por su carácter simbólico, ni de un oráculo para el porvenir, sino de la visión directa de un objeto presente, sepultado a gran profundidad y a distancia fija, innumerables autores griegos y latinos se han ocupado de los sueños. Aristóteles les dedica tres tratados (sueño normal, ensueño imaginativo y adivinación por sueño) El jesuíta español padre Delrío, recoge muchas citas, comentarios y casos de adivinación por sitónos u oniromancía en su Disquisitionuin magicaruni (Maguncia, 1612) Cicerón estudia también los sueños adivinatorios. En esta materia, las fuentes clásicas y cristianas en prosa y verso resultan copiosas. Han sido casi agotadas por Leopardi en sus Errores populares de los antiguos (Cap. V, De los Sueños) Ante el caso de Pedro Morales, la posición de Cicerón sería esta; ¿Es yiatural o sobrenatural esa adivinación ¿Por qué lia de venir de los dioses? Si han querido descubrir a Pedro Morales un palacio o una ciudad subterránea, ¿por qué se han valido de sueños: Le han dado, mientras dormía, noli das algo ciertas, pero también algo oscuras, incompletas, algo erróneas. Se las podrían haber dado más claras mientras estaba despierto. Pedro Morales ha acertado en cuanto a lo de las habitaciones subterráneas, pero no en cuanto al anuncio prodigioso del ataúd de niño colmado de monedas de oro. ¿O lo dijo para animar a ios otros dos? Un Padre de la Iglesia, Lactancia, que trató, entre otras cosas, de las sibilas, y como poeta compuso bellas adivinanzas en versos latinos, dice que Dios se reserva la jacuitad de revelar al hombre el futuro como quiere. El sueño de Constantino o el de Abimelech, y muchos de las vidas de los santos o de las Escrituras servirían de ejemplo. En las Escrituras hay dos grandes interpretadores de sueños. Se trata de dos primeros ministros, de dos virreyes, uno en Egipto y el otro en Babilonia. Les separan siglos y se parecen. Uno es José, con Faraón, y el otro Daniel, con Nabucodonosor. Pero Daniel sabía muchas cosas además de interpretar sueños. El estado de la ciencia bajo Asurbanipal o Nabucodonosor se va haciendo bastante conocido y parece bastante elevado en cuanto a descubrimiento en astronomía y matemáticas. Daniel era el más sabio entre los sabios de la Corte del Rey. Pero tampoco su interpretación de sueños era vana. Interpretando un sueño del Rey- -el del coloso de los pies de arcilla- Daniel fundó la filosofía de la historia y, casi casi, la Ciencia nueva de Juan Bautista Vico.

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